Empezar lo más pronto posible la administración del tratamiento
antirretroviral reduce en un 28% la tasa de desarrollo de sida y la
mortalidad de los pacientes infectados por el VIH.
Éstos son los resultados de un estudio publicado en la revista británica
The Lancet, en el que se ha analizado información de más de 45.000
pacientes de Europa y Estados Unidos; entre ellos, una cohorte de
Cataluña y Baleares coordinada por Jordi Casabona, del Centre d"Estudis
Epidemiològics sobre les Infeccions de Transmissió Sexuals i la Sida de
Catalunya-Institut Català d"Oncologia, y por Josep Maria Miro, del
servicio de enfermedades infecciosas del hospital Clínic-IDIBAPS.
Ya hace tiempo que se debate sobre cuál es el mejor momento para iniciar
el tratamiento antirretroviral. El recuento de células CD4 del sistema
inmune, que disminuye a medida que progresa la infección por el VIH, es
el principal criterio para decidirlo. Las guías clínicas actuales
recomiendan que en pacientes asintomáticos se espere hasta que la
presencia de células CD4 esté por debajo de las 350 por microlitro de
sangre.
Sin embargo, según las conclusiones de este nuevo estudio, no hace falta
esperar a niveles tan bajos, sino que se recomienda empezar a tomar la
medicación cuando los niveles de linfocitos CD4 se sitúen entre los 351 y
500 por mililitro. De hecho, las nuevas guías nacionales de Gesida/Plan
Nacional sobre el Sida, que actualmente se están redactando, ya
recogerán esta recomendación.
Efectos secundarios
Aunque ya se intuía que empezar antes el tratamiento podía beneficiar al
paciente, no se recomendaba por los efectos secundarios asociados a los
fármacos, a las dificultades en la adherencia a la medicación y el
riesgo de desarrollo de resistencias. Sin embargo, las nuevas familias
de fármacos disponibles y las nuevas combinaciones son ya menos tóxicas,
permiten plantear la posibilidad de avanzar el tratamiento sin que ello
tenga un gran efecto sobre la calidad de vida del paciente, según
indican los investigadores.
Por otro lado, la revista The New England Journal of Medicine (NEJM) ha
publicado recientemente otro estudio con resultados idénticos obtenidos
con una cohorte de más de 17.000 personas infectadas por el virus pero
sin síntomas.
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