Aunque la ciencia no ha logrado demostrar que exista una relación entre
el estrés y el sufrimiento con la aparición y el peor pronóstico de un
cáncer, ambos sentimientos sí son causa directa o indirecta de otro tipo
de patologías.
De menor a mayor gravedad, la primera patología que se puede achacar a
un evento psicológico es el resfriado común. Diversos estudios han
demostrado que un acontecimiento adverso puede no sólo causar una
depresión psiquiátrica sino, también, afectar al sistema inmunológico y
hacer que el cuerpo sea menos hábil a la hora de luchar contra virus y
bacterias.
Afirma A.I. en Público que es aceptado por la comunidad científica que las personas tristes o deprimidas sufren más resfriados.
La medicina psicosomática es la disciplina que trata la relación entre
las emociones y las patologías orgánicas. El término psicosomático fue
acuñado en 1918 y ha gozado de una reputación desigual hasta hace
relativamente poco tiempo. Según la médico y psicoanalista Alejandra
Menassa especialista en este campo, a las personas les cuesta creer que
los procesos psíquicos "en su insistencia, pueden producir crisis
somáticas".
Sin embargo, la experta recurre a algo tan común como el rubor para
explicar la evidencia. "El proceso se ve muy claro cuando nuestro rostro
se ruboriza al escuchar una determinada frase", apunta.
Para Menassa, no se puede decir que los acontecimientos traumáticos
provoquen en sí enfermedades, pero sí que lo hace "la manera que tiene
cada uno de reaccionar ante tal suceso". Define las patologías
psicosomáticas como aquellas desencadenadas "más por la angustia que por
la depresión" y, entre ellas, destaca la hipertensión. La depresión
facilita mecanismos que pueden predisponer a un episodio cardiaco.
El vicepresidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC),
Francisco Chorro, señala por su parte que hay estudios que demuestran
que una situación de depresión por un acontecimiento grave facilita
diversos mecanismos que pueden predisponer a sufrir una afección
cardíaca.
Estos van desde variaciones en el sistema nervioso vegetativo hasta
cambios en la inmunidad o en la inflamación. Sin embargo, la prudencia
vuelve a imperar a la hora de establecer un nexo directo entre
sufrimiento y enfermedad. Por eso, para Chorro, dichas conexiones no son
"claras y rotundas". "Lo más prudente es decir que en algunos estudios
se han observado y en otros no".
Respecto a si la depresión empeora el pronóstico de quien ya ha sufrido
un evento cardiovascular, el vicepresidente de la SEC cree que
"predominan los trabajos que no logran demostrarlo".
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