Según expertos, el 60 por ciento de las enfermedades humanas
transmisibles provienen de los animales, de ahí la importancia de
realizar un control exhaustivo de los procesos de la industria
alimentaria para analizar los riesgos y beneficios de todo producto que
llega al consumidor, afirmaron los participantes en unas jornadas que
organizadas por el Instituto Tomás Pascual.
Los problemas de salud pública, que van desde los provocados por
posibles parásitos o por procesos industriales, hacen esencial adoptar
medidas preventivas. Por ello, explicó el investigador del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, Francisco J. Morales, hay que
evaluar el riesgo-beneficio de los procesos promoviendo lo saludable y
mitigando lo tóxico, "que no siempre es externo a la sustancia, sino que
está implícito en su tratamiento".
Por su parte, el catedrático de Nutrición y Bromatología de la
Universidad CEU San Pablo, Gregorio Varela, insistió en que "no existe
el riesgo cero y tampoco el beneficio cien" y destacó la importancia de
los hábitos nutricionales ya que, por ejemplo, la dieta vegetariana
reduce el riesgo de enfermedades crónicas degenerativas mientras que un
excesivo consumo de aceite de oliva no es beneficioso.
Del mismo modo, las nuevas sustancias resultantes del procesado de los
alimentos --como la fermentación, la congelación o la deshidratación--,
la interacción entre los productos y sus envases y hasta la calidad de
los piensos de los animales, tienen una repercusión directa en la cadena
alimentaria.
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