El lupus es una enfermedad crónica de predisposición genética que evoluciona por brotes, y en la que un agente exterior desconocido, químico o biológico, produce una alteración inmunológica.
Esta enfermedad afecta a una de cada 1.500-2.000 personas. Nueve pacientes de cada 10, son mujeres en edad fértil. Se estima que todas las formas de lupus, afectan cerca del 1% de la población mundial, lo cual significa aproximadamente 70 millones de personas en el mundo.
El lupus es provocado por un desequilibrio del sistema inmunológico, que debería defender el organismo de las agresiones externas causadas por virus, bacterias, y otros agentes. Esta enfermedad es lo contrario al sida, pues las personas que lo padecen producen tantas defensas en su organismo, que éste se autodestruye. La defensa inmunológica se vuelve contra los tejidos del propio organismo como la piel, articulaciones, hígado, corazón, pulmón, riñones y cerebro.
Aproximadamente en el 65% de los pacientes, esta enfermedad se manifiesta con lesiones enrojecidas en las mejillas y en la nariz, parecidas a la mordedura de un lobo, de allí el nombre de la enfermedad, que proviene de lobo, en latín.
Aunque su origen es desconocido, se sabe que algunas personas tienen facilidad de irregularizar el sistema inmune. Es probable también que agentes infecciosos y determinados medicamentos, puedan favorecer el surgimiento de este problema, así como la exposición al sol.
Según diversos estudios, el estrés es el factor desencadenante de los brotes. Los resultados, publicados en Psychosomatic Medicine y Psichotherapy, han revelado que la terapia psicológica conductual quita la ansiedad y disminuye el número de brotes.
Gracias a los avances científicos y las terapias farmacológicas, junto a un estilo de vida saludable, incluida la protección solar, se ha logrado que la mayoría de los pacientes con lupus lleven una vida normal. Si bien hasta hace solo unas décadas se desaconsejaba el embarazo a las mujeres con lupus, hoy en día, el 85% llega a término con éxito.
Los síntomas más frecuentes de Lupus son las manifestaciones en la piel y en las articulaciones, que pueden ir acompañados de fiebre de causa desconocida y cansancio. Los más preocupantes son los que dañan el sistema nervioso y el riñón. Los herpes y las aftas tienen un protagonismo importante en estos pacientes.
Hay tres tipos principales de lupus: 1) Lupus eritematoso sistémico, que es la forma más común; 2) Lupus eritematoso discoide o cutáneo y 3) Lupus secundario o causado por medicamentos.
Además de la medicación, un enfermo de lupus tiene que llevar una dieta equilibrada, hacer ejercicio físico, eliminar los hábitos tóxicos como el alcohol y el tabaco, u otras drogas, y protegerse de los rayos ultravioleta del sol para prevenir las lesiones cutáneas y también la aparición de brotes en otras zonas articulares.